Transitar lo que hay en el instante
en que el deseo dibuja bocetos
de lo que, sin duda, debería ser.
Transitar lo que hay, lo que se muestra,
sin tapar o escapar de lo que duele,
lo que da miedo o nos llena de tristeza.
Transitar lo que hay, caminar lento
contemplando cada olor, cada caricia
de la vida, desde el sí a lo que trae.
Transitar lo que hay, jugando al juego
de controlar algo de lo que sucede,
en esa “libre” intención de nuestros pasos.
Transitar lo que hay, humildemente,
sabiendo todo lo que no sabemos
transitados, sin más, por la confianza.
Transitar lo que hay y bucearlo,
rastreando los fondos donde hallamos
la perla del amor que brilla en todo.
Transitar lo que hay sin otro anhelo,
que transitar, al fin, estar presentes
a la verdad que nos libera, simplemente,
cuando nos abandonamos en su abrazo.
Esther Fernández Lorente