Semana 8 de mayo: DESCANSAR DEL SERMÓN

ZumaiaHabía una anciana en la iglesia de Yamaguchi que cada semana subía, pasito a pasito, la cuesta que conduce hasta lo alto de la colina para asistir a la misa dominical. Ni calores veraniegos ni fríos de invierno le impedían subir la cuesta hasta la iglesia situada en lo alto de la colina. A la salida, solía ofrecerse alguien para acompañarla en coche a casa, pero ella insistía en rechazar el favor; prefería volver a pie dando un paseo.

         Un día explicó el motivo: “no me fatiga el paseo, me descansa. Me gusta bajar por el otro lado de la colina. Cruzo por el parque del templo budista. Disfruto a la sombra de su foresta centenaria. Me siento en un banco y respiro a mitad de camino. Allí, en aquella umbría de paz se encuentra a Dios. Y, de paso, se quita el cansancio de la misa y el sermón”.

         Sorprendió a sus vecinos al añadir: “En la misma y sermón hay tantas y tantas palabras seguidas…”.

 

Juan MASIÁ, Vivir. Espiritualidad en pequeñas dosis, Desclée De Brouwer, Bilbao 2015, p. 29.