Semana 8 de marzo: UNA CONVERSACIÓN CON LA SOLEDAD // Jeff FOSTER

─ Me siento solo.

─ Fantástico. Una invitación a intimar con la soledad.

─ ¿Qué quieres decir?

─ Intenta esto: suelta la palabra ‘soledad’ por un momento. Siente las puras sensaciones en el cuerpo. ¿Dónde las sientes? Siente los aguijones, los cosquilleos, las vibraciones…

─ Lo siento en el estómago. Es como una sensación sola, vacía.

─ Fabuloso. Ahora suelta las palabras ‘sola’ y ‘vacía’. Conecta con lo que está ahí sin acudir a esas descripciones de segunda mano.

─ De acuerdo. Lo siento… vivo. Cálido. Es una sensación como un hormigueo.

─ Bien. Permanece con ello.

─ Lo siento suave. Tierno. Vulnerable. Se parece a… la vida.

─ Bien. Permanece ahí un rato. Haz a estas sensaciones el regalo de tu amable atención; no intentes cambiarlas o suprimirlas. Permite que todos los pensamientos e imágenes, todas las historias y juicios vayan y vengan en tu cálida presencia. Permite que floten como nubes en el cielo. ¿Qué más notas aquí donde estás? Puedes poner la mano en la parte de ti que se siente sola, si quieres…

          (Pone las manos en el estómago.)

─ Es curioso. A medida que presto atención, la atención se va aflojando. Hay más espacio alrededor del sentimiento de soledad. Es como si estuviera sostenido por algo… Algo grande, espacioso…

─ ¿Se siente sola esta sensación de espacio?

─ No. La siento… íntima. Abierta. Viva. No sola. Siento que puedo respirar…

Cuando dejamos de distraernos y nos sumergimos, valerosamente, en el centro de cualquier sentimiento, positivo o negativo, correcto o incorrecto, cómodo o incómodo, redescubrimos el vasto océano que somos. Todo sentimiento está hecho de una inteligencia indescriptible y contiene un mensaje oculto.