Semana 7 de junio: LAS CRISIS Y LA ATENCIÓN // Rosa RABBANI

Entrevista de Ima Sanchís a Rosa Rabbani, doctora en Psicología Social, terapeuta familiar, publicada en La Contra, de La Vanguardia, 13 abril 2020.

https://www.lavanguardia.com/lacontra/20200413/48450517698/seamos-conscientes-de-donde-focalizamos-nuestra-atencion.html

“Seamos conscientes de dónde focalizamos nuestra atención”.

Tengo 48 años. Nací en Yazd, Irán, y vivo en Barcelona desde hace 20 años. Casada, dos hijos. Políticamente me identifico con la idea de una federación mundial: toda la humanidad somos los ciudadanos de la Tierra, ahora más que nunca. Pertenezco a la comunidad bahá’í, creemos en la verdad de todas las religiones.

Resiliencia planetaria

“En cuestión de semanas un cambio repentino de régimen, la revolución islámica, hizo que la comunidad bahá’í, la principal religión no islámica de Irán, fuéramos objeto de prisión, tortura y muerte. Mi familia fuimos capaces de superar y de ser resilientes ante la mayor adversidad que un ser humano puede padecer: temer por nuestra vida debido a una oleada de persecuciones violentas repentinas”. Ir interiorizando a lo largo de su infancia y juventud claves experienciales para superar la adversidad la doctoró. Como psicoterapeuta atiende a profesionales de los hospitales de Catalunya. “La pandemia actual es un signo más de que o bien se forma una unión política de nuestra especie o difícilmente podremos ser resilientes a las calamidades propias de esta era”.

Cuando tenía 8 años la revolución ­islámica (1979) en Irán cambió radicalmente la vida de mi familia. A mi padre le quemaron su comercio. A mi madre, maestra, la expulsaron de un día para otro de la escuela pública.

¿Por qué?

Éramos bahá’ís, la principal religión no islámica de Irán. Todos los bahá’ís fuimos perseguidos, torturados, encarcelados o asesinados.

Todavía hoy.

Sí, incluso se nos niega cualquier identificación en Irán, es como si no existiéramos. En el país de la región más afectada por el coronavirus, no podemos acceder a tratamiento sanitario.

¿Qué fue de usted y su familia?

Nos vinimos a España a pasar unos días en espera de que todo se calmara, pero supimos que mis padres estaban buscados por las autoridades del régimen islámico por ser miembros activos de la comunidad bahá’í.

Ya nunca volvieron.

No, lo dejamos todo atrás: familiares, amigos, nuestra casa y todo lo que había en ella. Imagínelo: una familia con tres niños pequeños –yo era la mayor con ocho años–, amenazados de muerte, aterrorizados, desubicados. Imagine la resiliencia que tuvieron que desarrollar mis padres. Aprendí que el sufrimiento y el dolor forman parte de la vida, algo que le parecerá obvio.

Sinceramente, sí.

Como psicoterapeuta trabajo con personas que están pasando por momentos difíciles y a la gran mayoría nunca se les ha ocurrido pensar que eso formaba parte de la vida.

Creemos que “lo normal” es que todo vaya bien.

Cada vez que queríamos colgar un cuadro, comprar una bicicleta o intentar aprender el idioma, mi madre decía: “Para qué, si en cuestión de semanas volveremos a casa”.

Nos cuesta asumir los cambios.

Las adversidades grandes e inesperadas de la ­vida no sirven de nada, solo nos generan sufrimiento y dolor, salvo que seamos capaces de hacer una profunda introspección para hallar sentido a los que nos ocurre.

¿Todos somos resilientes?

Todos podemos aprender a serlo, pero para ello debemos seleccionar dónde queremos focalizar nuestra atención. Esta mañana leía el correo de un joven al que se le acaba de morir su padre por coronavirus.

¿Qué le decía?

Agradecía que le hubieran permitido verlo antes de morir y poder despedirse de él de parte de toda la familia, se focalizó en lo positivo.

¿En qué creen los bahá’ís?

Uno de los principios centrales es la unidad de la humanidad, y en estos momentos, debido al proceso de globalización, estamos preparados para afrontar esos desafíos globales con una mirada común.

Eso es ser optimista.

La peste negra de 1348, la mayor pandemia de la historia hasta la fecha, estableció las bases para el renacimiento europeo.

Cierto.

Quizá los graves efectos económicos y sociales que nos reportará la actual pandemia tengan un efecto renaciente, pero esta vez para toda la humanidad, porque si no cualquier solución a cualquier crisis va a ser ineficaz.

Los retos actuales son enormes y globales.

Por eso, o bien se forma esa unión política de nuestra especie o difícilmente podremos ser resilientes a las nuevas calamidades propias de esta nueva era, ya sabe: cambio climático, terrorismo integrista, infecciones globales, crisis migratorias, recesiones económicas…

Entonces, ¿los bahá’ís creen que estamos ante el nacimiento de una nueva era?

Creemos que el mundo está ahora preparado para hacer esta transición y la fe bahá’í plantea una serie de principios que facilitan ese cambio de conciencia de la humanidad.

Resúmame los fundamentales.

Ciencia y espiritualidad deben armonizarse. Si la ciencia no cuenta con la espiritualidad humana, se convierte en puro materialismo, y la religión que obvia las bases científicas es superstición.

Otro principio.

La libre investigación de la verdad para desarrollar un criterio propio. En mi caso, haber nacido en una familia bahá’í no me hace bahá’í, tengo la responsabilidad de buscar el camino que dota de sentido a mi vida por mí misma.

Interesante.

Otro principio, que nació en el Irán de hace dos siglos, es la igualdad entre hombres y mujeres. La fe bahá’í tiene una visión muy esperanzadora del futuro de la humanidad.

Tal vez tras esta crisis volvamos a llenar el planeta de coches, aviones y desigualdad.

Como mínimo nos habrá servido para dar más importancia a la gente que se dedica a la salud que a los que se dedican a darle patadas a un balón, con todo mi respeto, pero es que los futbolistas parecían los héroes de nuestra sociedad. Aprendizajes hay muchos, pero depende de nosotros que los desentrañemos e incorporemos a la vida.

Veremos.

Sin una reflexión profunda y concienzuda individual y colectiva nada cambiará para bien, de nosotros depende.