Junto letras para escribir tu nombre:
una i, irreverente, se posa
en mi mano, imperfecta, ingenua,
mientras la m anda madurando
la manera de mostrar misericordia.
Queda la p mezclada entre preguntas,
pasiones, pensamientos, precauciones
cuando esa o se abre en osadía,
obstinada en ofrecer su ocaso.
Tengo una t tentando tenebrosa
a esa e entristecida que se entrega,
al eclipse de expectativas eternas.
Anda nadando la n entre la noche
de nuncas que nublan la necesidad.
Carece hoy la c de compromiso
para abrirse a la intuición de la i
que integra, iluminando lo imposible.
Apenas puede la a abrir el alma
y se apaga, acariciando aromas
de inacción, miedos, posibilidades,
de tiempos, excusas, nadas, carencias,
de imperfectos y de ansiedades.
Ahora no puedo pronunciar tu nombre,
me dejo entre tus brazos, impotencia.
Esther Fernández, junio 2020.