Actuar con todo lo que nos rodea solo para sacar provecho es un obstáculo. Solo la acción gratuita se puede convertir en conocimiento.
Quien ama intensamente se vuelve todo él hacia lo que ama. Quien se vuelca por completo a lo que ama lo conoce.
Se puede acceder así a un nivel de conocimiento y a un nivel de relación con toda la realidad, incluido uno mismo, no regido por la necesidad, sino gratuito, porque es la única manera de oír y entender el lenguaje que es propio de la realidad, no el lenguaje que nuestra codicia le impone.
Quien hace de sí mismo un don, al darse se olvida de sí. Entonces, y solo entonces, conoce y siente, no desde sí mismo y para sí mismo, sino como un testigo desinteresado.
Cuando se logra actuar así, gratis, este mundo material se hace sagrado y la carne se hace toda ella capaz de conocimiento y vibración, como si fuera espíritu.
Si uno, con sus obras, hace completo don de sí, deja la casa vacía. Si la casa está vacía, ya no hay donde volver ni a quien llevarle las presas de la caza. Cuando eso ocurre, ya no hay más que compasión, ternura y conocimiento. Por eso solo hay un precepto: amar. Y el amor no es cosa de sentimientos vagos o dulces; el amor es hacer de sí, con acciones, un don.
Marià CORBÍ, El conocimiento silencioso. Las raíces de la cualidad humana (Una selección de textos a cargo de Teresa Guardans), Fragmenta, Barcelona 2016, pp.160.161.