No sé si los humanos tendemos a absolutizar el momento histórico que nos toca vivir. Pero me parece innegable que el nuestro posee unas connotaciones que lo hacen único.
Nunca como ahora habíamos tenido la posibilidad de acceder a tantas visiones del mundo, a tantos sistemas de creencias y formas de entender la realidad. Nunca antes el mundo había sido visto como una “aldea global”.
Globalización y pluralismo son dos de los términos que mejor explican la “novedad” de nuestro momento. Y ambos, unidos, hablan de “unidad en la diferencia”. Somos Uno en la pluralidad de formas. Si sabemos “leerlo”, esa mera constatación constituye una llamada a ampliar nuestra conciencia, a despertar, a crecer en espiritualidad…, es decir, a desprendernos de la identificación con nuestro ego y abrirnos a la Identidad compartida.
La llamada “globalización” se manifiesta en todos los sectores. Y puede constituir –si empezamos a despertar- una oportunidad única para crecer en un holismo integrador, en el que las diferentes corrientes de sabiduría parecen estar en camino de encontrarse.
Monjes budistas se sientan con científicos de Harvard para hablar de sati (mindfulness o atención plena) y de neurociencia; curanderos indígenas trabajan junto con médicos en grandes hospitales; físicos cuánticos y biólogos de los sistemas vivos vienen a confirmar la visión de la conciencia que sostenían las grandes tradiciones espirituales…
En una palabra, la convergencia entre la antigua sabiduría espiritual y las últimas comprensiones científicas del mundo nos está proporcionando nueva luz para responder más ajustadamente a la pregunta de siempre: “¿quién soy?”.
“¿Quién soy yo?”. Se trata de la pregunta esencial. Las respuestas erróneas o simplemente parciales nos sumen en la ignorancia, la confusión y el sufrimiento. La respuesta adecuada, por el contrario, encierra el secreto de nuestra libertad: es luz que genera un comportamiento verdaderamente humano.
La pregunta esencial –tan antigua como el ser humano- nos remite a la espiritualidad. Y solo la respuesta ajustada nos permite despertar.
En ese sentido, es totalmente ajustado afirmar que la práctica espiritual es una tarea de autoconocimiento, hasta responder adecuadamente a la pregunta “quién soy yo”. Con ello seguiremos…