Semana 24 de diciembre: EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO

Ningún viviente ha venido a este mundo. Nosotros tampoco. Somos un momento, como una pequeña ola de la inmensidad que forman la tierra y los cielos y todo lo que contienen. Somos hijos de la inmensidad de los mundos. Somos un momento de Eso.

Todos los vivientes, nacidos de estas inmensidades, modelan, construyen las realidades en las que viven, a la medida de sus necesidades. Hay tantos mundos como especies vivientes.

Nosotros estamos sometidos a esa misma legalidad animal. Según sea nuestro sistema de supervivencia cultural, modelamos un mundo u otro a la medida de nuestras necesidades, de nuestra capacidad cerebral, de nuestros sensores y de nuestra de acción.

Los mundos de los vivientes y nuestros mundos no están ahí fuera, están en los sistemas nerviosos, perceptivos y activos de cada uno de los vivientes. Nuestro mundo de humanos tampoco está ahí, tampoco es una descripción de lo que hay, es también una modelación a nuestra medida.

Supuesto esto, el silencio no es una mera pacificación, un medio de serenarse; es muchísimo más. Es silenciar nuestra modelación de la realidad, construida desde la necesidad, cuyo operador son los deseos que son también temores, expectativas y recuerdos.

La necesidad y el deseo son los constructores de nuestros mundos; son como el filtro desde el que construimos todas nuestras realidades. Si silenciamos la necesidad y el deseo, con todos sus acompañantes, silenciamos los mundos que construye.

El yo es el gestor del deseo. Si se le silencia, no si se le mata, sino si se le pone al lado, si no se hace de él el centro de nuestra vida, podemos tener noticia de esa inmensidad que hay detrás de todas nuestras modelaciones y que es el ser de nuestras modelaciones.

Comprendemos que nuestras modelaciones de lo real, como las modelaciones de los animales nuestros hermanos, no son lo que realmente hay: la realidad no es como la pensamos, la concebimos, la representamos.

Comprendemos que lo que hay es la inmensidad de los mundos, no las modelaciones que nosotros hacemos de ellos, ni siquiera las que hacen nuestras ciencias. Las construcciones que hacen nuestros mitos y nuestras ciencias parten del cerebro, de los perceptores, de las capacidades de concebir de un viviente terrestre, y de los instrumentos que desde esa capacidad cerebral y perceptiva los humanos hemos construido.

Todas nuestras facultades y saberes parten de un viviente terrestre y están su servicio. El silencio calla todas esas construcciones y nos pone cara a cara con la inmensidad. Nos muestra que esa inmensidad es la realidad de todo lo que damos por real y que esa inmensidad es nuestra propia realidad y no la representación que nos hacemos de nosotros mismos, gestionada por el yo, sus deseos/temores, sus recuerdos y expectativas.

El conocimiento silencioso nos lleva a comprender lo que es la realidad de toda realidad, incluidos nosotros mismos. Esa realidad está más allá de todas nuestras modelaciones, de todas nuestras concepciones y representaciones. Está más allá de la capacidad de nuestra lengua de vivientes terrestres.

Según esto, ¿qué es el conocimiento silencioso? Es la noticia de que la realidad de la realidad, en la que vivimos y somos, no es como la concebimos, porque todo lo que concebimos, de una forma u otra, es a nuestra medida, y la inmensidad de los mundos no es a nuestra medida, no cabe en los cajoncitos de un insignificante viviente terrestre.

Para nosotros los humanos –dicen todas las tradiciones de sabiduría y todos los sabios de todas las épocas-, “Eso”, que es lo real de lo real, es inefable, no tiene nombre; aunque le hayan puesto diferentes nombres: Dios, Brahman, Vacío, Eso, Antepasado…

No es ni lo que dice nuestra ciencia cosmológica, porque también está construida desde nuestra medida. “Eso” de lo que tenemos solo noticia mental y sensitiva, pero no conocimiento, porque es inacotable, inobjetivable, es como una enorme “x”, como un abismo, porque en él nuestra mente y nuestro corazón no tienen dónde agarrarse.

Toda criatura, también nosotros mismos, somos formas de esa inmensidad irrepresentable. Todo ser es un abismo. La realidad de lo que somos es ese mismo abismo y fuera de “Eso”, nada añadido.

Si en “esto” hay mente y sentir, y todo son solo formas en “Eso” hay “como” mente y “como” sentir. Ese es el fundamento del teísmo.

Cuando por el silenciamiento llega esa noticia, todo se muestra no dual. Por esa razón los sabios dicen que mires donde mires, todo lo que veas, tú eres Eso. Dicen también que la gran incógnita de la inmensidad de los mundos es esto de aquí, y que esto de aquí es aquello. Vivimos en el seno de ese abismo y somos ese abismo.

El conocimiento silencioso es una noticia más cierta que cualquier otra certeza, rompe todas las fronteras, unifica lo que parecía separado, se reconcilia con todo, lo acepta todo como se acepta a sí mismo, lo ama a todo como a sí mismo, sirve a todo como se sirve a sí mismo, logra la paz y el no-temor ni siquiera de la muerte.

Quien comprende esto, entiende que toda la vida humana, todos nuestros proyectos de vida colectiva, deberían fundamentarse sobre esa base. Solo desde esa base será posible gestionar adecuadamente nuestras ciencias y tecnologías y su crecimiento acelerado. Si las gestionamos desde nuestra condición de depredadores, pondremos en riesgo a nuestra propia especie, a la vida en el planeta y a la habitabilidad misma del planeta. Ya lo estamos haciendo.

El conocimiento silencioso es la base de la cualidad humana, y la cualidad humana es la condición de la sobrevivencia en la tierra y de la habitabilidad del planeta mismo.

Para cultivar el conocimiento silencioso, individual y colectivamente, no se requiere ni ser creyente, ni ser religioso; se requiere únicamente indagar toda la realidad, cosa a cosa, y a nosotros mismos, con suma atención, respeto y veneración, con la mente y el corazón, libremente  y sin sumisión ninguna, como tiene que hacerse toda auténtica indagación.

Ese es nuestro quehacer más importante en la vida. Si cumplimos con ese quehacer, todo se transforma, todo es cualidad, reconciliación, reconocimiento, unidad, paz.

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Marià Corbí

Intervención en la presentación del libro “El conocimiento silencioso. Las raíces de la cualidad humana (Una selección de textos a cargo de Teresa Guardans), Barcelona, Fragmenta 2016.