La mujer que aparece en esta imagen muestra una ligera sonrisa en su rostro. En realidad, simplemente está observando las travesuras de su mente, sin juzgar, sin tratar de detenerlas, sin identificarse; simplemente las observa, como si se tratara del tráfico en una carretera, o de las ondas en la superficie de un pozo. Y las travesuras de la mente resultan, incluso, algo divertidas: saltan arriba y abajo y dan vueltas de mil maneras tratando de captar tu atención y de meterte en el juego. Desarrollar el don de desapegarse de la mente es una de las bendiciones más grandes que hay. Realmente es el meollo de la meditación. No se trata de cantar un mantra o de repetir una afirmación, sino simplemente de observar, como si la mente perteneciera a alguien diferente. Ahora estás listo para tomar esa distancia y observar el espectáculo sin quedarte atrapado en él. Abandónate a la simple libertad de ir “hacia dentro” cada vez que puedas e irás pillando el “tranquillo” a la meditación, cada vez más y mejor.
Ir hacia dentro no es para nada cambiar de dirección. Ir hacia dentro no es para nada un “ir”. Ir hacia dentro simplemente significa que has estado corriendo detrás de este y aquel deseo, corriendo y corriendo, y una vez tras otra has llegado a la frustración; que cada deseo trae desdicha, que no hay plenitud a través de él, que nunca llegas a ninguna parte, que la satisfacción es imposible. Al ver esta verdad, que correr tras los deseos no te lleva a ninguna parte, te detienes. No se trata de que hagas ningún esfuerzo para detenerte. Si haces algún esfuerzo para detenerte, vuelves otra vez a correr. De una forma sutil aún estás deseando: quizás ahora lo que deseas es no desear.
Si estás haciendo algún esfuerzo para ir hacia dentro, aún estás yendo fuera. Cualquier esfuerzo solo puede llevarte hacia fuera, al exterior.
¿Cómo puedes tener un viaje hacia dentro? Ya estás ahí, no tiene sentido ir. Cuando el ir se detiene, los viajes desaparecen; cuando los deseos ya no ensombrecen tu mente, estás dentro; esto es lo que se llama ir hacia dentro, pero no es un ir en absoluto, es simplemente no salir.
OSHO