¿Quién es ese que me mira desde el espejo y que cambia cada día como una crisálida? ¿Se parece al niño que se contemplaba en otro espejo de la infancia, pegado quizás al rostro de mamá? ¿Se parece al adolescente que se peinó calibrando los matices de su rostro por primera vez? Podría ser una máscara de quita y pon, como las que los griegos usaban para el teatro y llamaban ‟persona».
Este ego que soy, el que nació en tal sitio, estudió en tal otro y hoy tiene esta profesión, aquella novia, amigo, casa o esposa/o, ese pequeño o gran nombre se desvanece como un plano cinematográfico en la pantalla, para dar paso a otro y otro y otro…en el cambio que implacablemente marca el reloj.
Hoy he descubierto que no soy ese; que esa es mi cáscara, mi apariencia, mi ego humano que se transforma sin parar y siempre se queda insatisfecho.
Ese es mi personaje en competencia conmigo mismo, siempre creyéndose centro del universo.
Hoy he mirado más allá del espejo y percibí otra mirada sin rostro que desde el fondo de mí me daba paz y decía: ‟Descansa. Lo tienes todo, eres todo». Aquí y ahora.
Pedro Miguel LAMET