PARA QUÉ VIVIR // Esther Fernández Lorente

Para amar,
para calentar el corazón entre las manos
y mover todo el ser
al ritmo pausado y firme de sus latidos.

Para llegar
más allá, al filo de la sonrisa,
a la profunda alegría de ser, de estar,
de bailar, a nuestro peculiar ritmo,
el sincero baile de la vida
como solo, cada cual, podemos hacerlo.

Para transitar
más allá de las lágrimas,
las tristes estancias del dolor
donde aprendemos su melodía ineludible
y la tarareamos, a media voz, sin huidas,
sostenidos por la confianza.

Para caer
y volver a levantar
un día y otro día y otro
con marcas en las rodillas y heridas
en el alma que se anima, una vez más
a emprender el vuelo.

Para oler una flor,
pasear por las nubes,
dormir sobre la hierba,
escuchar el silencio y
nadar en tu mirada,
en la de cada tú que nos mira
y nos invita a pasar, a estar en su casa.

Para acoger y abrazar
con tiempo y a tiempo
a todos los seres que llegan
y quieren un espacio en el que descansar,
en el que decirse y encontrar comprensión.

Para soltar y dejar ir
a los que desean marchar
e impulsar sus velas con el aliento de la libertad.

Para contemplar la vida,
la de dentro y la de fuera,
sin juicios,
agradeciendo cada color, cada matiz,
cada hueco que nos habla
de la impermanencia que somos,
cada manantial que brota y habla
del amor que somos,
de eso que permanece siempre,
de eso que nos sostiene y nos ensancha. 

Para mí,
Para ti,
para los míos y las tuyas
(con amor y sin posesión)
para todos y todas,
para la unidad que nos trasciende
PARA VIVIR.
 Esther Fernández Lorente.