LA IMPORTANCIA DECISIVA DEL «DESDE DÓNDE»

Reconozco, valoro y agradezco todos los “avances” de la humanidad, de la que formamos parte como un eslabón más, en todos los campos. Reconozco y valoro igualmente todo el esfuerzo, el compromiso -el término “lucha” no me gusta, porque me evoca dualismo, consciencia de separatividad y enfrentamiento inútil-, la entrega… Valoro y agradezco el poder de la mente y todo lo que es capaz de llevar a cabo. Reconozco y valoro todos los avances científicos, técnicos, tecnológicos, sociales, políticos -¿cómo no hacerlo?- y los vivo con gratitud.

Pero me parece que la cuestión decisiva no está ahí, en lo que hacemos los humanos, sino en desde dónde lo hacemos. Ese desde dónde apunta a lo que suelo llamar el “buen lugar” o lugar adecuado.

Pero ese “lugar” únicamente podemos conocerlo cuando -de manera consciente o inconsciente- hemos encontrado respuesta a la pregunta realmente decisiva: ¿qué es lo realmente real? y, en definitiva, ¿qué soy yo? Este es el trabajo de la comprensión o sabiduría.

Tal como lo veo, resumiendo todo, solo podemos actuar desde “dos lugares”: desde la consciencia de separatividad (es decir, desde la mente pensante y el ego) o desde la consciencia de unidad (es decir, desde la comprensión de lo que somos). Los resultados serán radicalmente diferentes.

Y es ahí donde, aun valorando todo el progreso y el esfuerzo humano, me pregunto: ¿No hemos creado y seguimos creando un monstruo en nuestras sociedades noroccidentales y, en consecuencia, en todo el planeta? Un monstruo es algo desproporcionado, que ocurre cuando una parte crece exageradamente mientras las otras quedan atrofiadas.

Si venimos a nuestra humanidad, es innegable el enorme desarrollo antes mencionado en todos los campos. Sin embargo, ¿dónde ha quedado el nivel ético (en un mundo atravesado por la injusticia planetaria)?, ¿y el ecológico (con la amenaza de acabar con el planeta)?, ¿y el psicológico (con el creciente deterioro de la salud mental en adultos y en jóvenes)?, ¿y el espiritual (con la ignorancia y el olvido de nuestra dimensión más profundo)?… ¿No es un monstruo el resultado al que conduce actuar desde una consciencia de separatividad? A la vista de ello, ¿cómo podemos seguir manteniendo una actitud decimonónica, materialista y cientificista, que actualmente la propia ciencia ha superado?

No veo otra alternativa que la comprensión, que nos sitúa en aquel lugar donde reconocemos la verdad profunda de lo que somos, de la que deriva el cuidado de todos los niveles antes mencionados. Esa es la consciencia de unidad, en la que nos reconocemos diferentes -y agradecemos las diferencias-, pero comprendiendo que, en nuestra verdad profunda, somos lo mismo. Este, y no otro, es lo que entendemos por “camino espiritual”.

Zizur Mayor, 19 de noviembre de 2023.