EL AMOR, CRITERIO DE VERDAD

Domingo XXIV del Tiempo Ordinario

26 noviembre 2023

Mt 25, 31-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: «Venid, vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme». Entonces los justos le contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?». Y el rey les dirá: «Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis». Y entonces dirá a los de su izquierda: «Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis». Entonces también estos contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?». Y él replicará: «Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de estos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo». Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna”.

EL AMOR, CRITERIO DE VERDAD

Incluso una parábola tan sabia y hermosa como esta puede quedar pervertida cuando se lee, no en clave sapiencial sino moralizante. En esta última, el acento se coloca de manera inmediata en el premio y el castigo, en las “ovejas” y las “cabras”, en la “derecha” y la “izquierda”.

La lectura sapiencial, por el contrario, se mueve en parámetros totalmente diferentes, ya que la sabiduría únicamente busca una cosa: favorecer la comprensión experiencial, es decir, evocar, facilitar y favorecer el acceso a la verdad de lo que somos.

Si se entiende bien, podría decirse que a la sabiduría no le interesa la moral, sino la verdad. Porque solo de tal comprensión -del reconocimiento de la verdad- podrá nacer la acción adecuada.

Tampoco la parábola quiere recrear el escenario de un imaginario “juicio universal” tras la muerte. Esa es únicamente la metáfora que le sirve de vehículo.

El objetivo de la parábola parece obvio: La Realidad es Amor. Por eso, acertamos cuando vivimos el amor y nos perdemos cuando lo ignoramos.

El amor del que se habla no tiene que ver, de entrada, con la emoción o el sentimiento, sino con la comprensión y la consciencia de unidad. No se basa en lo que pueda vibrar en mi sensibilidad -aunque requiera que esta se halle mínimamente limpia y vibrante-, sino en la certeza de que todos y todo somos uno.

Así entendida, la parábola es una invitación a pasar de la errónea consciencia de separatividad -característica del estado mental, que nos hace girar en torno a los intereses del ego- a la consciencia de unidad, en la que nos vivimos en comunión, entrega y servicio; no por un principio moral, ni por obedecer un mandato divino, ni por temor a ser enviados al infierno, sino porque hemos “visto” lo que somos.

Por ello, el amor no se queda en un sentimiento romántico, sino que es invitado a mirarse en el espejo de un criterio prioritario: la persona en necesidad. Y se concreta en el cuidado eficaz de quien más sufre.