Domingo XVIII del Tiempo Ordinario
6 agosto 2023
Mt 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: “Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer”. Jesús les replicó: “No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer”. Ellos le replicaron: “Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces”. Les dijo: “Traédmelos”. Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se lo dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
COMPASIÓN EFICAZ
Jesús no era un mago que fuera convirtiendo el agua en vino ni multiplicando, literalmente, los panes. A cualquier lector judío, el texto de Mateo -que comentamos hoy- le evocaba relatos antiguos, que se referían a la situación del pueblo en el desierto -tal como se narra en el Libro del Éxodo- o al poder de profetas como Eliseo. Textos, todos ellos, que requieren ser leídos en clave simbólica.
Este, en particular, gira en torno a la frase: “Dadles vosotros de comer”. De ese modo, se subraya un aspecto de la compasión que el evangelio reconoce como criterio de verdad de la misma. Según la tradición evangélica, solo puede hablarse con propiedad de “compasión” cuando esta se traduce en una acción eficaz en favor de la persona que se halla en necesidad.
Es la diferencia entre una persona simplemente sensible y otra compasiva: la primera puede conmoverse ante la necesidad o el sufrimiento de los demás, incluso sentir lástima, pero todo acaba ahí; la segunda, por el contrario, se siente movilizada y traduce su conmoción en una ayuda eficaz.
La expresión “Dadles vosotros de comer” se refiere tanto a situaciones individuales como colectivas y hoy incluso planetarias. En el corazón de un mundo sangrantemente dividido por la injusticia estructural y la creciente desigualdad entre ricos y pobres -personas y pueblos enteros-, resuena con más verdad y urgencia que nunca la palabra de Jesús, que apremia a ser conscientes de la realidad y a movilizarse a favor de la justicia más elemental: “Dadles vosotros de comer”.