XENOFOBIA COMO DEFENSA (FALSA) DE LA PROPIA SEGURIDAD

Comentario al evangelio del domingo 2 febrero 2025

Lc 4, 21-30

En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: “¿No es este el hijo de José?”. Y Jesús les dijo: “Sin duda me recitaréis aquel refrán: «médico cúrate a ti mismo»; «haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm»”. Y añadió: «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado nada más que Naamán el sirio”. Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y levantándose lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos, y se alejaba.

XENOFOBIA COMO DEFENSA (FALSA) DE LA PROPIA SEGURIDAD

Lo que irrita a los paisanos de Jesús es la referencia de este a extranjeros -la viuda de Sarepta, el sirio Naamán- que, según la interpretación bíblica de la época, habrían sido “preferidos” de Dios, por encima de los propios necesitados de Israel.

Por más que estemos habituados a ello, no deja de sorprender el modo como revive el espíritu de tribu o de clan, que lleva a idealizar lo propio, en todos los sentidos, mientras se demoniza lo foráneo. La verdad es lo que afirma el propio clan y sus propios derechos deben primar siempre sobre todos los demás. Tras estos posicionamientos, introyectados desde la infancia, no es difícil percibir el miedo ancestral ante la amenaza ajena y, en último término, la inseguridad que explica tanto comportamiento excluyente, condenatorio y xenófobo.

No se niega la necesidad de proteger la propia seguridad. Lo que se cuestiona es que el miedo se erija en criterio último de comportamiento, a la vez que se expande la idea absurda de que la propia seguridad excluye necesariamente la presencia del otro diferente, en una actitud que parece denotar una inseguridad psicológica no resuelta. Es sabido que, para quien vive en la inseguridad y en el miedo, todo lo diferente es percibido como amenaza.

Sin entrar en medidas concretas que sería necesario implementar, lo que parece evidente es que toda actitud xenófoba, de cualquier modo que se la quiera presentar o incluso justificar, nace de un rígida y errónea consciencia de separatividad, que hace ver a los otros como radicalmente “extraños” (extranjeros) para uno mismo. Y que tal actitud solo puede revertirse en la medida en que los humanos, más allá de miedos e inseguridad que habremos de atender, podamos crecer en la consciencia de unidad. En latín hay dos formas de referirse al otro: como “alius” (de ahí, “alienígena”: amenaza) o como “alter” (de ahí, “alteridad”: riqueza). Solo anclados en la consciencia de unidad, será posible ver al otro no como amenaza (“alius”), sino como riqueza (“alter”).

SEIS TIPOS DE PERSONALIDADES NARCISISTAS // Ramani Durvasula

Ramani Durvasula, psicóloga clínica,
en La Nación (Buenos Aires), 11 diciembre 2024: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/en-las-redes/los-seis-tipos-de-narcisistas-que-existen-segun-una-psicologa-nid10122024/

La doctora Ramani Durvasula es psicóloga y profesora de la Universidad Estatal de California, y autora del libro “No eres tú: identificación y curación de personas narcisistas”. Hace pocas semanas, se viralizó una entrevista suya en YouTube, en la que detalló cuáles son los seis tipos de narcisistas que identificó. La entrevistadora y doctora, Mayim Bialik, le dio pie para que desarrolle en qué se diferencian uno del otro.

Los seis tipos de narcisistas que existen, según la doctora Ramani Durvasula, son los siguientes:

Grandioso. La doctora los categorizó como los narcisistas clásicos, es decir, gente “engreída, arrogante, pretenciosa, que busca atención, que solo mira, pero es algo divertida”.

Vulnerable. Son el lado oscuro de los narcisitas grandiosos porque se comportan como “resentidos, victimizados, agraviados y pasivo-agresivos”. Son personas que van por la vida con una actitud triste y abatida y se preguntan “¿cómo es que nada sale como quiero? ¿Por qué nadie es más amable conmigo?”. Son capaces de enojarse cuando las cosas no salen como quieren y pueden ser vengativos.

Comunal. Necesitan más validación del resto que los demás narcisistas y la consiguen siendo personas que “salvan el mundo”. La doctora explicó que “obtienen su suministro narcisista al ser percibido como un hacedor del bien, como un salvador (…) Estas son las personas que hacen todas estas cosas buenas y caritativas, y lo hacen para obtener validación”. No es que se comprometen con la causa, sino por tener aprobación de terceros, es decir, jamás serían donantes anónimos. Serían capaces de liderar una secta en pos de tener esa validación.

Moralista. Quiere ser ejemplo para los demás. Un narcisita moralista es “hipermoral, juzgador, rígido y frío”. Tienen obsesión por las reglas y por el orden. Critican a las personas por no ajustarse a los estándares y tienen una adicción al trabajo.

Negligente. Son aquellos que no se preocupan por nadie, excepto por su utilidad. “Ve a todos a través de una lente instrumental” y divide a las personas según la función que cumplen para ellos, que los conduce a tener interacciones muy vacías. “Todos en su vida son básicamente un abrelatas o una cafetera, hay muy poco interés en la intimidad, la cercanía”, indicó.

Maligno. Este es el peor. “Tiene todas las cualidades del narcisista, pero acá vemos una manipulación mucho más severa, coerción, explotación, aislamiento y una amenaza que siempre está presente”, señaló la profesional y luego añadió: “El narcisismo maligno es la última parada del tren antes de la psicopatía”.

LOS RIESGOS DEL MESIANISMO

Comentario al evangelio del domingo 26 enero 2025

Lc 1, 1-4. 4, 14-21

Ilustre Teófilo: Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la Palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que he recibido. En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea, con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y dar a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor”. Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. 

LOS RIESGOS DEL MESIANISMO

De entrada, el discurso programático con el que Lucas resume la actividad de Jesús suena como “evangelio” (en griego: eu-angélion = buena nueva, buena noticia). Resuena como un mensaje de sanación, liberación y vida para los pobres y para quienes padecen cualquier tipo de opresión. Según el mismo, Jesús aparece como alguien que sale al encuentro de la persona en la situación en la que esta se encuentra, respondiendo a su necesidad concreta.

Tal como se realizó en la propia persona de Jesús, constituye una práctica modélica marcada por la compasión, entendida como poner amor donde hay dolor, y basada en una consciencia clara -aunque no conceptualizada en estos términos- de no-separación. Por decirlo brevemente: la llamada “regla de oro”, presente en todas las tradiciones sapienciales e igualmente en los textos evangélicos –“no hagas a nadie lo que no quisieras que te hicieran a ti” o “trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”-, más allá de cualquier formulación con la que se revista, se asienta en la certeza profunda de que todo otro es no-otro de mí.

Así se presentaba, en su origen, el llamado mesianismo cristiano. Sin embargo, no hay mesianismo sin riesgos graves, que fácilmente lo hacen derivar hacia el autoritarismo, el moralismo, la imposición e incluso el narcisismo. Y eso ocurre cada vez que, desconectada de la Fuente -siempre limpia, humilde y desapropiada-, la persona lo vive en beneficio propio, sea para autoafirmarse en la creencia de poseer la verdad, sea para situarse en un plano de supuesta superioridad moral, sea para sostener una imagen idealizada de sí misma. En cualquiera de sus formas, el principio de compasión ha sido pervertido por el egocentrismo, y el mesianismo desemboca irremediablemente en el fanatismo.

NOVEDAD, FRESCOR Y VIDA

Comentario al evangelio del domingo 19 enero 2025

Jn 2, 1-11

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo: “No les queda vino”. Jesús le contestó: “Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora”. Su madre dijo a los sirvientes: “Haced lo que él os diga”. Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: “Llenad las tinajas de agua”. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: “Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo”. Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio has guardado el vino bueno hasta ahora”. Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.  

NOVEDAD, FRESCOR Y VIDA

Parece probable que el llamado “relato de las bodas de Caná” hubiera sido, en su origen, una parábola con un objetivo claro: mostrar la persona y el mensaje de Jesús como novedad, fuente de vida y de alegría (a eso apunta la metáfora del «vino bueno»), frente a una religión ritualista y rutinaria, víctima de su propia normativa (simbolizada en el «agua de las purificaciones»).

Se trata de un proceso que se repite una y otra vez, y que puede resumirse en una palabra: esclerotización. Todo lo humano, incluso lo que parecía más vivo y novedoso en su momento, tiende a esclerotizarse, a medida que se institucionaliza y desconecta de la intuición original. El frescor primero se agosta en un proceso de rutinarización.

Si eso tiende a ocurrir con todo lo humano -en cualquier ámbito de nuestra existencia-, solo cabe un antídoto: mantener, de manera consciente, el contacto o la conexión con el Fondo o la Fuente que nos hace ser y que, lejos de cualquier idea de separación, constituye nada menos que nuestra identidad.

Todo lo recibido de fuera y, más en general, todo lo aprendido, antes o después, quedará convertido en “doctrina”, letra muerta incapaz de dar vida. Olvidada o incluso negada la intuición original, quedarán únicamente “mapas” que quisieron ser orientativos y creencias que prometieron lo que no podían dar.

La vida -con su sabor a novedad, frescor y alegría- no viene de la mano de mapas ni de creencias, sino de la conexión consciente con la propia Vida, el Fondo y la Fuente que nos renueva de manera incesante, en la experiencia sentida de que justamente eso es lo que somos en profundidad.

RECONOCER QUE NO SABEMOS // Anónimo

Destierra de tu mente la idea del bien y el mal.
Reemplázala por esta otra: todo cuanto sucede es necesario que suceda.

Observa la naturaleza:
¿Cómo sabe la abeja qué hacer?
¿Cómo sabe cada animal del planeta qué hacer?
¿Cómo sabe un depredador qué tiene que cazar para alimentarse?
¿Cómo sabe una gacela que su alimento no es la carne sino las pasturas?

Si cada ser vivo del planeta sabe exactamente qué hacer para subsistir, ¿por qué creemos que una mosca que se posa en los deshechos está equivocada?
¿Por qué creemos que los depredadores son «malos» y los depredados son «pobres victimas buenas»?
¿Por qué creemos que hay seres humanos buenos y otros malos?

Porque al igual que no nos gusta que el león se coma a la gacela, ni tampoco nos gustan las moscas porque «dónde se habrán posado», ni las cucarachas que andan en la basura, tampoco nos gusta lo que hacen los seres humanos.

Porque al igual que no sabemos por qué los animales se comportan de cierta manera, tampoco sabemos por qué el ser humano se comporta como lo hace.
No sabemos.

Entonces, si no sabemos, ¿por qué en lugar de andar diciendo «esto está bien» y «esto está mal», esto es «justo» y eso es «injusto», este es «culpable » y este es «víctima», simplemente no reconocemos que NO SABEMOS?

Destierra de tu mente esas ideas y veras cómo, al hacerlo, tu vida se vuelve más liviana. Menos conflictiva. Vas a renegar menos. Vas a quejarte menos. Vas a sufrir menos.

No sufras por la ignorancia de no saber, y quizá la Vida te sorprenda al verte por ese camino y tu mente se abra a la comprensión de todo cuanto sucede.
Pero por ahora, aunque no puedas comprender, intenta cambiar tu forma de pensar, y tu vida se volverá más liviana.

El cerrojo que hay que destrabar para que se abran las Puertas del Cielo en nuestra mente es reconocer humildemente que no sabemos.