CON LAS VÍCTIMAS DE LA DANA EN EL CORAZÓN

Ante unas circunstancias tan devastadoras y ante el inmenso sufrimiento de tantísimas personas, la sensibilidad se rompe y la mente queda colapsada. Solo queda Silencio que vibra con las víctimas y acoge su dolor como propio, dejándose afectar y movilizar por él.

Al dejarnos sentir, sin evitarlo, el dolor de quienes han perdido todo y ven su existencia trastocada por completo, emerge la empatía y la compasión, como corriente de amor sincero y fuente de solidaridad y ayuda efectiva. 

En estas circunstancias, me parece muy importante acoger y dejarnos sentir el dolor que conlleva la situación. En efecto, el dolor sentido, haciendo aflorar nuestra vulnerabilidad, nos ablanda por dentro; nos une a quien lo está padeciendo y nos moviliza interiormente en una acción eficaz de ayuda. 

Ante una catástrofe de tal magnitud, solo queda Silencio. No hay palabras, no hay tampoco pensamientos. Y tal vez, en ese silencio de quien “no sabe”, pueda emerger la Confianza que, a pesar de todo, sigue sosteniendo a quienes se sienten derrumbados.

Tales catástrofes y semejantes sufrimientos no pueden entenderse desde la mente. Tampoco pueden acogerse fácilmente por una sensibilidad que se ve azotada por un tsunami tan violento como incomprensible. Solo pueden vivirse, una vez que el “oleaje” empieza a amainar, desde aquel “lugar” donde nos percibimos y reconocemos como Vida. Antes o después, somos conducidos, a través del camino de la aceptación, a una rendición completa a la Vida. Y, aunque trémulos y asustados por tanto dolor y desconcierto, tal vez podamos seguir escuchando en nuestro interior una voz que dice: “La Vida sabe”…

 Las catástrofes, individuales o colectivas, desbaratando nuestras seguridades, amenazan nuestra armonía y nos sumen en la más negra incertidumbre. Y sin embargo, paradójicamente, pueden, tal vez, constituir oportunidades que nos abren la puerta a la comprensión de nuestra verdad profunda, ahí donde descubrimos que somos Vida, ahí donde “todo está bien”.

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Pero, entre tanto, Silencio, Dolor asumido y compartido, Presencia consciente, Compasión, Solidaridad, Ayuda…, desde la profunda Consciencia de unidad, en la que todos nos reconocemos uno.

LO ÚNICO QUE PERMANECE

Comentario al evangelio del domingo 17 noviembre 2024

Mc 13, 24-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “En aquellos días, después de una gran tribulación, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los ejércitos celestes se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, del extremo de la tierra al extremo del cielo. Aprended lo que os enseña la higuera. Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, sabéis que la primavera está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán. El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre”.

LO ÚNICO QUE PERMANECE

Con un lenguaje que hoy nos resulta extraño, el género apocalíptico trata de revelar o des-velar (el término “apocalipsis” significa quitar el velo, revelación o des-cubrimiento) lo realmente real, aquello que permanece cuando todo lo demás cambia.

Sabemos que todas las formas u objetos son impermanentes y que, en ese mundo, lo único constante es el cambio. Y sabemos también que la impermanencia es fuente de dolor y, con frecuencia, de intenso sufrimiento, cuando nuestro apego a las formas es fuerte.

Forma u objeto es todo aquello que puede ser observado. En cuanto tales, todos ellos son contenidos de consciencia, ocupan un “espacio” delimitado de lo real y, como acabo de indicar, no escapan a la llamada ley de la impermanencia.

En conclusión: todo aquello que podemos observar, por más importante que nos parezca y por más querido que nos resulte, un día desaparecerá. Lo cual es lo mismo que decir que todo lo que nace, morirá.

¿Hay algo que se salve de la impermanencia? Justamente aquello que no es objeto, lo sin-forma, la consciencia que sostiene todos los contenidos, la “espaciosidad” que contiene todas las formas.

Lo único que permanece es lo no-nacido: aquello -el único “sujeto”- que observa todos los objetos, pero que no puede ser observado; la consciencia que sostiene, contiene y, a la vez, constituye el “núcleo” de todos los contenidos; la “espaciosidad” o presencia consciente en la que aparecen y donde se mueven todas las formas. En definitiva, lo realmente real es aquello que no tiene forma ni nombre, dado que, al no ser objeto, no puede nombrarse adecuadamente. Tal como lo expresó bellamente José Saramago, “en todos nosotros hay algo que no tiene nombre; eso es lo que somos”.

El texto evangélico proyecta esa realidad -lo único permanente, lo realmente real- en Jesús: “El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán”. Pero quien sabe leer descubre que va más allá de la persona del Maestro de Galilea. Lo único que “no pasará” es la consciencia, el ser, la vida… -hacia ello es adonde apunta la palabra de Jesús-, y eso es lo que realmente somos.

DE LETRADOS VANIDOSOS Y VIUDAS POBRES

Comentario al evangelio del domingo 10 noviembre 2024

Mc 12, 38-44

En aquel tiempo enseñaba Jesús a la multitud y les decía: “¡Cuidado con los letrados! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos. Esos recibirán una sentencia más rigurosa”. Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos les dijo: “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.

DE LETRADOS VANIDOSOS Y VIUDAS POBRES

En cada uno de nosotros vive un letrado, al que le encantan las reverencias, y una viuda pobre, a la vez vulnerable -una viuda pobre era el ser más desvalido en la Palestina del siglo I- y sumamente generosa. Y me parece que no será posible un crecimiento armonioso hasta que no reconozcamos a ambos habitando nuestro interior. El olvido de cualquiera de ellos distorsiona y confunde.

Si olvidamos a la viuda, viviremos seguramente en la impostura de la imagen, en una carrera interminable por lograr reconocimientos de todo tipo, que jamás lograrán saciar nuestra hambre, dado que la necesidad que late tras aquella búsqueda insaciable es como una cuba sin fondo: todo lo que recibe se termina escapando. Habremos olvidado nuestra vulnerabilidad y nuestra generosidad.

Ahora bien, por una parte, ignorar la propia vulnerabilidad nos lleva a vivir en la mentira, porque estamos desconociendo una dimensión inseparable de la condición humana. Solo quien se conoce y se acepta vulnerable puede abrirse a su verdad y ser capaz de compasión. Y, por otra parte, ignorar la generosidad -entendida como bondad- nos hace vivir desconectados de nuestro fondo, que es amor y entrega.

Me parece importante caer en la cuenta de que la ignorancia de esa doble realidad es consecuencia del miedo: tememos la vulnerabilidad y tememos entregarnos. En ambos casos, tememos “perdernos”.

Si, en el otro extremo, olvidamos al letrado, terminaremos igualmente en la impostura, alimentando tal vez una imagen ideal, que ignora necesidades y tendencias egoicas que anidan en todo psiquismo humano.

La sabiduría -de cuya mano vienen la paz, la alegría y el amor- requiere abrazar esas dos figuras en nuestro interior: por un lado, los movimientos egoicos que rompen nuestra imagen ideal; por otro, la bondad humilde y gratuita que constituye nuestra identidad.

“Meister Eckhart: El Libro del Consuelo y Conforte Divino” // José Carte.

José Carte, investigador navarro, que ha publicado -como autor, traductor y editor- más de treinta libros sobre espiritualidad oriental (hinduismo y budismo)- vive en Pamplona y ha sido profesor en la Escuela Oficial de Idiomas y en la Universidad Pública de Navarra.

Después de sus amplias investigaciones en el campo de la espiritualidad oriental, se introduce ahora en la espiritualidad de Occidente y edita su primer libro, centrado en la figura del prominente místico alemán Meister (Maestro) Eckhart (1260-1328).

Seguramente, no es casual. El dominico Maestro Eckhart ha sido considerado, no solo el “padre del misticismo de Occidente” (Kurt Ruh), sino el místico cristiano más cercano al Vedanta advaita y al budismo zen. Lo que el místico cristiano llama “Divinidad” vendría a ser idéntico a la “Unidad no-dual”, postulada por el Vedanta advaita de Shankara. Y en línea con la idea de la vacuidad budista (sunyata), en el Libro del Consuelo divino, afirma que “lo creado, las criaturas, no tienen realidad; las criaturas son pura nada”.

Con todo ello, se entienden bien las palabras del filósofo Arthur Schopenhauer (1788-1860), que escribe: “El Buda, Eckhart y yo enseñamos esencialmente lo mismo. La diferencia es que Eckart lo hace dentro de la mitología y terminología cristiana”.

José Carte nos ofrece una edición cuidada -traducción del alemán, introducción y notas- de uno de los textos más emblemáticos del Maestro Eckhart: “El Libro del Consuelo y el Conforte Divino”, con el que el místico dominico pretende, en sus propias palabras, “impartir una serie de enseñanzas a través de las cuales los hombres puedan encontrar consuelo en las adversidades y sufrimientos”.

En su libro, José Carte incluye otros dos tratados breves –“De la nobleza espiritual” y “Del desapego o distanciamiento”-, que abordan cuestiones absolutamente centrales en el pensamiento del místico renano. Por cierto, esta es la primera vez que se publican estos tres tratados juntos en español.  

No me queda sino felicitar a José Carte por su excelente trabajo y agradecerle este libro, que ha sido publicado por la editorial Desclée De Brouwer. Las personas interesadas pueden encontrar la referencia en la web de la editorial, en este enlace: https://www.edesclee.com/colecciones/a-los-cuatro-vientos/meister-eckhart