He caminado muchas veces a tientas,
tratando de palpar algún agarre,
algún simple pasamanos al que asirme
para abrir la puerta de la verdad.
Sobrellevando el vértigo de la luz.
He rondado amaneceres tenues
que no querían alumbrar el nuevo día,
con las persianas del sentido bajadas
a la claridad que se filtraba por los huecos,
amenazando desvelar misterios.
Hoy, al abrir los ojos a la Vida,
en la calma de dejar que sea,
paladeo la luz, también la sombra,
con los sorbos del café de la mañana.
Me ha costado aflojar las riendas
de esta historia que se lleva sola,
confiando en el saber que la transita.
Ayuda despertar y ver que abres
tú, también, el espacio donde, luego,
amasaremos el pan para la marcha,
prensaremos el vino del anhelo
y seguiremos el viaje con la fuerza
del que comprende el no camino y se remansa
contemplando cada paso al son del tiempo.
Esther Fernández.