No vemos “Lo que es” porque lo estamos buscando…, y lo imaginamos distinto de lo que es.
No es lo mismo hablar de la no-dualidad que desde la no-dualidad.
En el primer caso, se reduce a un concepto más,
a otra “construcción mental” que puede creerse o rechazarse;
en el segundo, se vive comprensión:
nada queda fuera, todo es expresión de Lo que es;
el instante no pensado es el Ahora eterno
y toda forma, cualquiera que sea la manera en que se manifieste,
es Plenitud radiante.
AGRADECIMIENTOS
Han sido muchas las personas que han puesto saber, entrega y amor en este libro. Entre todas ellas, hay algunas que no puedo dejar de nombrar.
Ana Etxeberria, querida compañera, en su admirable inquietud pedagógica, alumbró la idea y el título; me acompañó en su proceso y me sigue acompañando con una paciencia incansablemente amorosa.
Javier Abril del Diego se entregó, desinteresada y amorosamente, con tanta pasión como arte, al diseño, maquetación e ilustraciones. Tuve además el regalo añadido de ser testigo de cada uno de los pasos que iba dando en la cuidada ejecución de su tarea.
Fidel Delgado puso el “toque personal”, con el regalo de unas letras que, tanto en su contenido como en su “forma”, transmiten lo que mejor lo define: la conjunción de sabiduría y humor.
Ana Mª de las Heras tuvo, como es ella, un papel callado pero cálido, motivador y sumamente eficaz en la gestación de todo este proyecto.
Y, last but not least, Manuel Guerrero, director editorial de Desclée De Brouwer, manifestó desde el primer momento la receptividad y acogida que tanto apreciamos y valoramos quienes lo conocemos.
Hacia cada uno y cada una de ellos experimento una sentida y estable gratitud.
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El ser humano está habitado por un dinamismo o anhelo que lo empuja hacia la verdad. En esa búsqueda recurre a lo que otros le han enseñado y a lo que puede elaborar a partir de su propio razonamiento. Pero pronto se da cuenta de que la verdad no “cabe” en su mente. Descubre que la verdad, siendo “razonable”, no es “racional”, sino que se encuentra en el nivel de la “trans-racionalidad”.
La verdad no es una idea, un concepto o una creencia. Es una con la realidad; es, sencillamente, “lo que es”. Y es no-dual: se manifiesta en infinidad de formas diferentes, siendo todas ellas expresión de la única Realidad.
Sin embargo, a la mente, de naturaleza dualista y separadora, se le escapa la no-dualidad. Por eso es apropiado recurrir a la metáfora y a su capacidad evocadora: a partir de una imagen que se capta con facilidad, nos “traslada” a la Realidad inefable.
A lo largo de diferentes metáforas, de un modo amable y sugerente, el autor invita a abrirse a “otro modo” de ver la realidad, en la certeza de que así se nos hace patente nuestra verdad y, con ella, la plenitud que somos.
Para leer el Prólogo y la Introducción, clic aquí.
ÍNDICE
Prólogo de Fidel Delgado
Introducción
- La cuerda y la serpiente
- El león y los asnos
- La ola y el mar
- La piedra y los átomos
- Las cosas y los procesos
- La botella y el océano
- El océano y el agua
- El globo lleno de aire
- El cielo y el clima
- La montaña y las nubes
- La vida y los seres vivos
- El manantial y el agua
- La vid y los sarmientos
- El dedo y el cuerpo
- El anillo y el oro
- Dos velas, una sola llama
- La película y la pantalla
- Las letras y el papel
- El coche y el conductor
- El viaje y el viajero
- Los trenes y la estación
- El que ve y lo visto
- Lo que observa y lo observado
- Lo que ocurre y la consciencia de lo que ocurre
- La llanta y el eje
- Los huéspedes y el dueño
- Los churros y el gerente
- El pianista y el piano desafinado
- El mendigo y el tesoro ignorado
- El diamante en el bolsillo
- El tesoro y el buscador
- Dos hijos inconscientes
- El buscador y lo buscado
- Lo que es y lo que pasa
- El río y los remolinos
- El espacio y la habitación
- El niño y el auto mecánico
- El jinete y las riendas
- Gemelos que no tienen la misma edad
- El coro y el director
- El dueño y el criado
- La cercanía que impide ver
- Las gafas que filtran la visión
- Cuando nada es todo
- El tapiz y nuestra mirada
- El libro y la lectura
- La pizarra y lo escrito en ella
- El lienzo y las imágenes
- El pájaro y la rama
- El miedo y la ignorancia
- El escenario y el personaje
- El actor y la máscara
- La pasarela y el desfile
- El baile y el bailarín
- El mapa y el territorio
- El dedo y la luna, las creencias y la verdad
- La miel y el dulzor
- El juez y la rosa
- El efecto boomerang
- El sueño y el soñador
- El salvador y la víctima
- El árbol del conocimiento del bien y del mal
- La habitación oscura y la linterna
- La luz y las sombras
- Lo real y la apariencia
- El niño y los castillos de arena
- El sueño lúcido
- El agua y el terrón de azúcar
- Volver a la casa de la que nunca habíamos salido
- El palo que atiza el fuego
Anexo I. Práctica para “permanecer” en casa: Meditar, solo estar, solo ser.
Anexo II. El inicio y la clave de la comprensión: Hay en ti “Algo” que sabe.
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RESEÑA
¿Cómo favorecer la comprensión de lo que somos y, en último término, la comprensión de lo real?
Desde la antigüedad, los sabios han mostrado que la clave se hallaba contenida en la respuesta a la primera y decisiva cuestión: ¿quién soy yo? Y han propuesto una aproximación no-dual a lo real. Hasta el punto de que ambos principios –la primacía del conocimiento propio y el reconocimiento de la naturaleza no-dual de la realidad– constituyen dos pilares básicos en los que se apoya la llamada sabiduría perenne.
Tal como proclamaba el Oráculo de Delfos, quien conoce su verdadera identidad, conoce todo lo que es: “Hombre, conócete a ti mismo, y conocerás al Universo y a los dioses”.
Para avanzar en ese autodescubrimiento, en línea con la “sabiduría perenne”, el autor recurre a la no-dualidad como clave de lectura y a la metáfora como vehículo.
Estamos habituados –nos recuerda– a leer la realidad desde el “modelo mental”, esencialmente separador y fragmentador, por lo cual tendemos a verla como una suma de objetos separados. Sin embargo, parece innegable que, más allá de las diferencias, todo es uno. La no-dualidad significa, justamente, el reconocimiento de la unidad-en-la-diferencia. Por tanto, si la Realidad es una, la lectura dualista forzosamente tiene que dar una imagen radicalmente deformada de la misma.
Desde la comprensión no-dual, y con esta clave, el autor trata de responder a la cuestión inicial: ¿quién soy yo?, ¿qué es lo realmente real?
Y lo hace recurriendo a la metáfora que, de acuerdo con su etimología, nos “lleva (pherein = trasladar) más allá (meta)”. La metáfora evoca aquello que transciende la mente. Por ese motivo constituye un vehículo adecuado para abrirnos a la comprensión de aquello que está “más allá” de lo que la mente puede percibir.
Con ese objetivo, se nos presentan setenta metáforas que abordan temas vitales: nuestros miedos y nuestra certeza, el funcionamiento de la mente, el camino de la liberación del sufrimiento, la comprensión de lo que somos, la raíz de nuestra ignorancia y la fuente de toda confianza, las creencias y la verdad, nuestras ideas acerca del “bien” y del “mal”, la confusión entre lo real y lo aparente, el falso dilema entre libre albedrío y determinismo, el elogio de la libertad, la comprensión y vivencia del amor, la clave de la transformación…
Al tratarse de metáforas, el libro ofrece diferentes niveles de lectura: puede leerse como una primera aproximación a la no-dualidad, o como medio para profundizar en lo comprendido. Incluso como material susceptible de ser utilizado para trabajar en grupo o con jóvenes que se inician en la comprensión.
Según donde estemos cada cual, algunas metáforas pueden llegarnos más que otras. En todo caso, parece adecuado no leerlas de golpe, sino poco a poco, como lo que quieren ser: puertas que abren a la comprensión o recordatorios de lo que somos, en definitiva vehículos que nos trasportan más allá de lo que aparece a primera vista para mostrarnos lo que somos.
El camino de la verdad empieza por la indagación rigurosa y lúcida acerca de nuestra verdadera identidad. Porque de la respuesta a esta primera cuestión –se nos repite en el texto– dependerán absolutamente todas las demás.
Hacia ahí apuntan las metáforas: a partir de una imagen que se capta con facilidad, nos “trasladan” a la Realidad inefable. Todas ellas constituyen una invitación, amable y sugerente, a abrirse a “otro modo” de ver la realidad, en la certeza de que ahí se nos hace patente nuestra verdad y, con ella, la plenitud que somos.
La comprensión, de la mano de las metáforas –sostiene el autor–, nos traslada a “casa” de la que, paradójicamente y a pesar de las apariencias, nunca nos habíamos alejado.
El libro ha sido enriquecido con el trabajo del diseñador gráfico Javier Abril del Diego, autor de un cuidado diseño y de unas preciosas ilustraciones, que añaden a las metáforas un plus de gusto y capacidad evocadora.